Informe etnográfico
Si bien el proceso investigativo de la obra Ambulantes fue pensado a partir de un estudio sociológico y más específicamente desde una práctica etnográfica, mi intención al acercarme a los vendedores ambulantes, fue que estos acercamientos no significaran una relación de estudio, porque esta implica una relación de poder, una relación del ilustrado y del ignorante, del estudiante y del estudiado. Por el contrario traté de relacionarme con ellos desde una perspectiva horizontal, haciendo un esfuerzo por ser percibido como un comprador que le gusta conversar y no como un etnógrafo ajeno a ellos.
El desarrollo de la práctica etnográfica inicia con paseos diarios por el centro de la ciudad y los lugares más frecuentados por los vendedores ambulantes. Durante los primeros paseos mi motivación era principalmente observar; observando identifiqué a los sujetos con quienes tendría un acercamiento posteriormente, pero principalmente me dediqué a reconocer el territorio, busqué en él los lugares importantes para las temáticas de la obra y a su vez identifiqué los aspectos estéticos y semióticos tanto del territorio como de los individuos.
Es durante la fase de observación, mientras hacía mis recorridos diarios por las calles del centro de Pereira donde advertí la presencia repetida de marcas amarillas en las aceras; los grafitis gubernamentales "E. R" grafitis que posteriormente en indagaciones descubriría su su razón de ser, su relación irónica con la existencia y la no existencia del vendedor ambulante y lo reinterpretaría para después anexarlo a la obra Ambulantes como un ícono y como una gesto artístico más.
Otro elemento icónico de la obra Ambulantes es la sombrilla de 4 colores, durante los paseos por los sectores con mayor presencia de vendedores ambulantes en el centro de la ciudad, como podría ser la carrera octava, estas grandes sombrillas adornando las aceras constituyen una imagen identitaria del centro y complementa el paisaje urbano de todas las ciudades de Colombia. Donde sea que haya una de estas sombrillas, hay debajo un vendedor ambulante, por lo tanto la sombrilla de 4 colores es un índice de la existencia del vendedor ambulante. La sombrilla está compuesta por los colores primarios; Amarillo, Azul, Verde y Rojo, haciendo una analogía inconsciente con la diversidad de productos ofrecidos por los vendedores ambulantes y su gran variedad tonal. A su vez los colores primarios representan una relación directa con la práctica artística, donde estos colores significan de alguna manera la génesis de todos los colores.
La siguiente fase de investigación consistió en aproximaciones a los vendedores ambulantes, intentando que estas fueran lo más orgánicas posible, es decir, a través de interacciones comerciales. Durante los paseos ahora me acercaba a los vendedores ambulantes; les preguntaba por el precio de los productos que ofrecían, intentaba parecer un comprador común, negociaba con ellos los precios , les hacía algunos comentarios sobre el clima, sobre alguna noticia de la ciudad, o lo que en ese momento viniera a la mente y gracias a la amabilidad de las personas con quienes interactué; las conversaciones iban surgiendo con un flujo natural.
Los diálogos con los vendedores ambulantes siempre se caracterizaron por su variedad, algunos me contaban de su familia, del trabajo, de su situación, de política, de conflictos con otros personajes del centro e infinidad de temas más. Estas conversaciones supusieron la principal fuente de datos, los cuales posteriormente me ayudarían durante el proceso de construcción de la obra. Gracias a Don Luis Fernando pude conocer las rutas utilizadas por los vendedores ambulantes, pude acercarme a sus colegas de trabajo, conocí que gran parte de ellos no trabajan en las ventas informales por necesidad sino por gusto y pude entender esta labor desde la perspectiva de un veterano de las ventas ambulantes.
Liliana es una reconocida vendedora ambulante en el sector textil, la abordé con la estrategia de comprarle uno de sus productos y rápidamente se entabló una conversación. Liliana me contó sobre sus disputas con "espacio público" y la Secretaría de Gobierno, me contó sobre su hijo que hace unos años migró a España y que frecuentemente le insiste que se vaya con él, recibiendo reiterativamente la negativa de Liliana, quién afirma que no abandona a Pereira por nada del mundo, que le gusta mucho su trabajo y que todavía está muy joven para pensionarse.
Durante otro de los recorridos por el centro de la ciudad, me acerqué a un vendedor ambulante que portaba en su carreta Aguacates, Chontaduro y Piña. Tras una negociación le compré un aguacate, una rebanada de piña e inició una breve conversación; Le pregunté cómo se llamaba a lo que me respondió: John David, me contó que lo que más le gustaba vender era el Aguacate porque al mediodía se utilizaba mucho como acompañante del almuerzo y que a esa misma hora él hacía un recorrido por los restaurantes del centro de la ciudad. Entre sus narraciones me contó que la carreta no era de su propiedad sino que la rentaba y me explicó donde era el lugar.
Otro día me acerqué a un vendedor ambulante llamado Alejandro quién se dedicaba a la venta de accesorios para celular, le cambié el vidrio a mi teléfono y mantuvimos una conversación; escuchando su acento noté que era de Venezuela, le conté que tengo un primo lejano que hace años migró a Venezuela despertando su interés e invitándolo a que me contara su historia. Me contó con ojos llorosos el drama que cientos de miles en su situación han vivido, llegó a Colombia caminando, vivió varios meses en situación de indigencia pero citando sus palabras "por fin me estoy levantando" e incluso me contó que le alcanza para enviarle un poco de dinero al mes a su familia que aún sobrevive en el vecino país.
A Emanuel lo conocí por Don Luis Fernando, quién es su colega de trabajo. Emanuel también es un veterano de las ventas ambulantes, cargando 20 años de experiencia en su espalda, cuando me acerqué a interactuar con Emanuel lo encontré organizando su cargamento de "piña oro miel" como él le llama, y que posteriormente iría a vender, le compré una como ya era costumbre y hablamos un poco; le pregunté como organizaba su mercancía y me contó que era según el producto; la piña la organizaba en pirámide, el tomate simplemente lo ubicaba sin composición y el aguacate lo organizaba en hileras. Emanuel fue muy enfático en que si una carreta no se veía rebosante de productos, la gente no compraba.
Las composiciones de los productos de los vendedores ambulantes son muy variadas, algunos se esfuerzan por construir instalaciones tan complejas como una pirámide y otros simplemente los ubican intuitivamente casi en aleatorio, creando una estética de desorden ordenado. Indiscriminadamente del tipo de configuración, las composiciones de los vendedores ambulantes se caracterizan por la saturación de elementos visuales, el Horror Vacui. Estas configuraciones fueron reconocidas como un fenómeno estético y adoptadas dentro de muchas de las composiciones artísticas y de archivo de la colección de obras e investigaciones Ambulantes, como un intento de mantener y conservar estas composiciones como un patrimonio cultural.
Finalizando el proceso de la práctica etnográfica me encontré en las calles del centro de la ciudad a Don Javier un anciano de 83 años, quién sorprendentemente ejerce como vendedor ambulante, en el cuerpo demostraba el cansancio de su edad y a la vez la vitalidad del que quiere sobrevivir. Don Javier Vende Solteritas y Ponche, viendo su avanzada edad me interesé por conocer su historia, por su edad no era sencillo comunicarme con él, pero aún así me contó que vive sólo en el barrio Villa Santana, que él mismo prepara el Ponche y las Solteritas, me contó que tiene 2 hijos que nunca lo visitan y que lleva muchos años dedicándose a las ventas ambulantes pero no se acuerda cuántos.